Planes en Gijón

Lee con atención nuestro post y descubre todas las oportunidades que tienes para disfrutar de Gijón.

Museo del Pueblo de Asturias
Asturias es una tierra germinada y sostenida por fuertes raíces que se remontan a siglos de historia y tradiciones. Como abundante caudal que desciende desde las montañas al mar, la provincia se enriquece y nutre de una herencia cultural tan rica como los verdes prados que la recubren. Por eso, próximo a la desembocadura del río Piles, en los terrenos, antes marismas, que conforman el litoral gijonés, se alza orgulloso el Muséu del Pueblu d’Asturies.
Fundado en 1968 por la inestimable iniciativa de Luis Adaro durante la alcaldía de Ignacio Bertrand, lo que al principio iba a ser una exposición cultural a modo de los europeos, se convirtió en muestra fehaciente del patrimonio histórico, museográfico, fotográfico, musical y oral de la provincia, con más de 30000 km2 de terreno ambientado en la vida rural y fabril que marcó nuestros dos siglos anteriores. Traídos desde la flor y nata asturiana, llegaron a este museo hórreos y paneras, refugios, almacenes y hogares que adornan la campiña y la transforman en un ambiente rural inigualable en su inmersión y representación de la vida asturiana. Este paseo museográfico atestigua un estilo de vida y unas costumbres seculares a través del testimonio de una rica colección de objetos presentes en toda casa de aldea de antaño, desde las icónicas madreñas hasta objetos de la religiosidad diaria como escapularios y rosarios, sin olvidar la labor agrícola y ganadera con arreos, chuzos, trampas, boyas, torneros…hasta adentrarse en los interiores y vislumbrar los vasares, las vestimentas y mantos, las fanegas y pucheros…y terminar con los instrumentos, a veces más tradicionales, otras, sin olvidar el valor del desarrollo industrial en la provincia para la elaboración de quesos, vinos y la sidra, sabor insignia de los valores de nuestra tierra.
Las aportaciones a este museo tan familiar y paisano como profesional con su corte europeo han traído a su recinto casas y edificaciones de familias asturianas con siglos de historia como la casa de los Valdés, cuyo origen se remonta al siglo XVII, y la casa de los González de la Vega, la cual refugia en su interior al encomendado museo de la gaita, el vigía de nuestro patrimonio musical a través de la simbólica gaita asturiana, su elaboración y repercusión mundial y, por antonomasia, toda la expresión musical conservada, investigada y difundida por artistas astures. Este museo reúne, no solo la historia del instrumento visceral en el imaginario provinciano y universal, su expansión por oriente, su creación y construcción, y los parientes musicales que conviven con él en las celebraciones folklóricas, sino, además, una asombrosa fonoteca con registros y grabaciones de un siglo de historia musical asturiana, con los gaiteros y artistas de décadas más afamados de la provincia.
El recuerdo gráfico de las tierras del norte pervive gracias a la fototeca y los documentos conservados en el museo. Se trata de todo un conjunto de aportaciones, tanto de profesionales como aficionados, un registro documental a través de imágenes acerca de la vida de los asturianos desde 1850 hasta hoy, sobre sus costumbres, sociedades, familias y ciudades que marcaron la imagen de la provincia en diferentes colecciones temáticas o técnicas, y en múltiples soportes desarrollados a través del progreso asturiano.
Cómo última atracción del lugar, si bien nunca cesan los cursos, talleres, la apertura del restaurante, así como el espacio Tendayu para conciertos y reservas, destaca la labor de documentación, con miles de archivos y fondos acerca de casas familiares, nobles y campesinos, correspondencias, fondos industriales, comerciales y gráficos…Toda la información necesaria para conocer el pueblo asturiano al completo.
¿Hay mejor manera de conocer la villa gijonesa que a través de su pueblo? Bienvenido al pueblo de Asturias.

Museo termas romanas de Campo Valdés
Bajo la pétrea y atenta mirada del emperador César Augusto se esconde un secreto milenario. En el barrio de Cimadevilla, a los pies del cerro de Santa Catalina, oculto bajo las piedras sagradas de la Iglesia de San Pedro, se resguardan de las olas baños y termas romanas de época altoimperial que hubieron de ser refugios del placer y el sosiego de los ciudadanos de la villa de antaño, y silenciosas catacumbas en los años oscuros de la Edad Media.
Descubierto en 1903 tras una obra de alcantarillado, fue investigado por Calixto Alvargonzález y Julio Somoza, archivando los resultados del descubrimiento hasta las nefastas consecuencias de la Guerra Civil con la destrucción de la antigua iglesia y la toma de decisión de su reconstrucción En este proceso reparatorio se sepultó parte de las ruinas y se emprendió un proyecto de apertura y exposición al público, que no se pudo consagrar hasta la declaración del sitio como Bien de Interés Cultural en 1987 y las reformas y excavaciones llevadas a cabo durante los noventa para hacer posible su fundación en 1995. En nuestros días, el museo forma parte del patrimonio y yacimiento arqueológico de Cimadevilla, desde sus murallas hasta las salas ocultas bajo Campo Valdés.
Con una entrada discreta frente a la costa gijonesa, las escaleras del museo descienden a un amplio recorrido subterráneo protegido por las antiguas losas que lo recubren para su conservación, investigación y divulgación. El museo da la bienvenida a sus visitantes con una proyección y presentación de maquetas, textos e ilustraciones acerca de la cultura de los romanos, sus costumbres y afición por las termas, y el funcionamiento de los baños públicos de Gijón en la época imperial. El genio arquitectónico de los conquistadores se refleja en estructuras como el hipocaustum¸ el sistema de calefacción tan sencillo como efectivo, mostrado tanto en maqueta como en la realidad que recorren los curiosos a través de galerías y pasillos.
Tras la muestra de restos arqueológicos, de los prodigios artesanos que quedaron sepultados tiempo atrás y recuperados hoy, como vidrios y cerámicas, se abre ante los ojos intrigados por desvelar el paraíso termal bajo la roca la pasarela y recorrido de los salones de baños. Como si se tratase de una invitación a probar las aguas sanadoras de este mausoleo del regocijo, los visitantes pueden caminar por cada una de las habitaciones dedicadas a los servicios que se ofrecían a los clientes de la villa romana, fiel al orden en que se disfrutaba de este hábito de higiene y sanación. La primera parada es el sudatio, lugar para entrar en calor rodeado de robustas columnillas de ladrillo. Al recorrer el paso central se accede a las salas del primer edificio termal, el destinado a uso como vestíbulo y que llamaban apodyterium. Y continua el transcurso por las entrañas de la antigüedad al llegar a la agradable piscina de agua fría, el frigidarium¸ la zona de descanso templado, tepidarium, y el salón de altas temperaturas para el goce y el disfrute, el caldarium.
Todas estas muestras de los hábitos saludables y solaces de nuestros antepasados se ven adornados por los zócalos que recorren la última estancia, ese caldarium rodeado por pinturas recuperadas y restauradas, así como las columnillas y el entramado calefactorio del hipocausto al destape, desvelando sus tubuli laterici destinados a calentar las paredes de las termas. Es en esta última sala donde se descubre el tétrico secreto guardado entre las ruinas: un sarcófago de piedra entre las lajas dispersas de una tumba abandonada, los restos de la impactante necrópolis que se ocultó en los tiempos oscuros del medievo.
A través de las actividades guiadas y las actividades didácticas, las jornadas y conferencias, incluso la interpretación de obras de teatro entre los longevos muros, las termas y baños de la antigua villa romana de Gijón cobran vida. Y solo se necesita dar un paso desde la playa para desentrañar sus secretos.